lunes, 23 de mayo de 2016

BIODIVERSIDAD

El sol, amo y señor del día, abrigo de los entes que en la Madre Tierra habitan.
A la que el cielo insemino para hacerla fértil, con sus rayos de luz que se visionan tras un prisma; como colores y formas distintas.
Biodiversidad de un mundo que aún palpita; la vida cuesta.
Sale tras las montañas por el este, desde el Fujiyama hasta hacernos creer que se recuesta en el Gran Cañón del Colorado; dónde se jugaba al oeste, donde las puestas del sol son imponentes.
Gran recorrido el del incandescente.
Más su gran amistad es con la mar; de nuevo de levante a poniente. A ella le cuenta sus secretos; de como ayudar a la madre tierra cuando la sequedad la hace infértil. Necesita que se evapore a la atmósfera el agua que caudaliza, para que llore el cielo, por ver que el humano ya no lamenta; que el río más próximo la fertilice y la abastezca.
Llora el cielo, cae la lluvia y la madre calmada comienza su siembra; llenando de color aquello que no sea fango, ni tan sólo tierra.  Nutrida alimenta el ser vivo que sustenta.
Biodiversidad de un mundo que aún palpita; la vida cuesta.
El mar se reinventa, pués es ejemplo de que no es;  macho ni hembra. Recoge las gracias del río que a él llega, porque las nubes llevarán el mensaje de que el agua se recicla con el ciclo de la amistad eterna.
Cuando el sol descansa, la luna señora de la noche se presenta. Mentirosa que crece cuando se viste con una "D" y que decrece cuando engalanada se pone la "C".
No abriga nada más que el caos; donde los instintos más rastreros aparecen hasta más allá de la madrugada. Una selva enrarecida de; humanos, animales y seres de un inframundo.  Donde la supervivencia es instinto puro, para saltar la noche y que siga un mañana. 
Biodiversidad de un mundo que aún palpita: que la vida cuesta.
El sol y la luna, lo que los une no es locura; es un nexo de conexión que se acentúa en los polos, donde el astro rey dijo que seis meses de amor y seis de claudicación.
El hombre con su pensamiento podría llevar el agua hasta el desierto, sino fuera; por su codicia, ese gran desacierto. Fuego, aire, tierra y agua; el humano contamina el aire. El humano ensucia el agua. La tierra se alimenta de la suciedad que la embriaga. Llegará el día en el que el fuego del astro Sol, le diga al humano: has envenenado a mis amigos, ahora no lamentes tu extinción; porque el apocalipsis no seré yo, será tu falta de amor.
Marisol Andrade.

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