I Wish a Perfect Love Story (7 y 8)

PROLOGO

Si para algo deba valer el sufrimiento en la vida es para; hacer que los que vienen detrás no lleguen a tropezar con la misma piedra. Les contarás donde, como, cuando te caíste. Cuanto dolor provoca la herida abierta y cuanto tarda en cicatrizar. Que es lo que aprendes de la caída, y que no quieres ni deseas a ningún ser humano que pase por tal sufrimiento. Que si te levantaste un día fue para compartir tu historia con todo aquel que la quiera escuchar, leer y aprender. Que el Amor todo lo cura y es la llave universal de todos los mundos.

Con todo cariño y desde la humildad.

I Wish a Perfect Love Story


Podría empezar definiendo el término Parálisis cerebral: Es aquella alteración de la postura y del movimiento que a veces se combina con alteraciones de las funciones superiores ( de la mente ) producidas por una lesión no progresiva, a nivel del Sistema Nervioso Central, ocurrida en los primeros momentos de la vida.
Las afectaciones más comunes son la perturbación del tono muscular, postura y movimiento, así como las interferencias producidas en el desarrollo neuro-psíquico.
Existe una enorme variedad de situaciones personales, no generalizables que dependen del tipo, localización, amplitud y difusión de la lesión neurológica.
Me extendería de una manera científica, que es ampliamente técnica, pero no es mi intención que la vean así. Como ya han leído es demasiado personal, no general, toca de forma diferente al individuo. Una misma zona lesionada puede dar diferentes respuestas, frente a individuos diferentes. Luego, permítanme que la aborde como ella nos abordo a nosotros.


LORENA
Una familia humilde, de tres personas y un gato. Convivían bajo una casita de 2ª mano que había sido reciclada de arriba abajo por las manos de los dos integrantes mayores. El padre y la madre. Esfuerzo que verían recompensado por la apuesta que en sus vidas ya habían iniciado, ser padres.
Un niño de apenas dos añitos, daba alegría a la familia que ya anteriormente había sido azotada en desgracias tales como; divorcios, una pérdida de un padre, y desalientos varios.
Pero, el destino tiene guardado siempre en la manga algo más, para que una no se acabé de creer que es capaz de levantarse.
Entrabamos en los ocho meses de embarazo, tres días antes de lo que acontecería, todo bien en la consulta del ginecólogo. Yo, que le linche a preguntas de como está el amnios?, como está el atlas?, como está el bebe?, qué sexo tiene?, puesto que todavía no lo sabíamos.
_Todo bien, Todo perfecto. Tienen una niña sanita.

Y uno se vuelve a casa la mar de feliz, y sólo sé que me pase la tarde, diciéndole a todo el mundo, ya viene mi niña, ya viene mi niña.

 
Lunes de pascua, la noche fue movidita, y justo porque no percibía movimiento alguno en el feto. Pero, rozando el octavo mes, y salvo ciertas excepciones, se suelen encajar los bebes. Y entre, el “se abra encajado y querer notarla”, no agarré el sueño.
Según nos despertamos, dimos al peque el desayuno, pero, sin reparar más le dije a mi marido que era hora de ir a ver a la matrona a urgencias, porque necesitaba sentir el movimiento de la niña.

Entramos al hospital, y el pakar sonó tres veces seguidas,....algo no iba bien. Empezaron a correr de un lado para otro, la gente histérica corría y gritaba: a quirófano, a quirófano,.... Me medio durmieron, pero yo sentía el bisturí, abrieron lo que necesitaban pero, sólo se oía, el griterío de la gente. Dónde estaba el primer llanto de mi hija, donde?

No hizo falta más nada, la ausencia de su llanto, desató el mío.
Nos abordó cual pirata malvado, una desgracia, la parálisis cerebral, que nos sumergiría en uno de los inframundos más horribles.
CONTINUARA...

I Wish a Perfect Love Story (2)

No sé, si se pueden imaginar cuanto puede llegar a llorar una madre. Si son lagrimas de las que mojan, les puedo decir que estuve tres días llorando. Entre que se le seca a una el lacrimal y los sedantes te atontan y no sabes si estas con los ojos cerrados como en UN NO PUEDE SER, pero tres días que no puedes reprimir el llanto y el goteo incansable por la mejilla.
Si son lagrimas de las que no mojan, les diré que son como cristalitos que desgarran el alma cada vez que se reprimían por no hacerse reales, pero supongo que mi lagrimal no encontró más agua a escurrir. De estas últimas estuve mucho tiempo más, semanas, meses. Hasta que no te queda energía que malgastar en lágrimas. Aunque hoy día, todavía a veces no me reprima, por la sacudida de las frustraciones.


Lorena fue llevada a la Gran Capital, ni me la enseñaron, no querían que viera el ángel que llevaba dentro, y entonces pensé. Viene con malformación?, esta tan mal?
_No merece la pena en estos momentos que te preocupes por ella, hay que guardar energía, estas en peligro y la niña no tiene posibilidades, es muy muy grave.
Ni yo ni mi marido la pudimos ver, según nos contaron convulsionó al nacer, pero la fatiga que presentaba por estar todavía con vida era tal, que la inyección que tendrían que meterle para poder salvarla, no podría ser en el corazón. Y se optó por el sistema nervioso central, su médula ósea. La salvaron, pero entre la parálisis, y la inyección, quedó TETRAPLEJICA.
Su situación era crítica, prematura, y con las secuelas que presentaba se debía de trasladar a la niña a un hospital con medios de neonatología que pudieran hacer frente. En Gran Capital pasaría su primera etapa.
Solita, y sin poder abrazarla fue en la ambulancia, no puedo ubicar bien la hora que me subieron a planta, pero en cuanto vi a mí marido que no sabía nada todavía, echamos a llorar juntos, cuando la matrona le explicó lo ocurrido.
Mi petición era que me mandaran con mi hija, una y otra vez. Si tenía que despedirme ese era el momento.
A lo que recibí, que todavía No darían consentimiento alguno de que me movilizaran, estaba pendiente de una transfusión y no era ni cuestionable. Por ello, mandé a mi marido, que fuera, que no la dejara solita, que no se fuera de este mundo sin que supiera lo mucho que ya entonces la queríamos.
Mi marido acompañado por su hermano mayor, así lo hizo. Se la permitieron ver 20 minutos, entubada y con miles de cables por todo su cuerpecito desnudo, bajo la estufa de neonatología. La nº 1. Los primeros comentarios fueron; que no sabían como había podido llegar hasta allí. Los segundos, serían que pensaban que no llegaría a superar las 12 horas de vida. Y así volvió a mi lado. Llorando, como si el océano invadiera sus pupilas y no se pudieran derramar las lágrimas más que de una en una.
Cuando lo vi entrar, pensé que ya se nos había ido, pero el corazón me dio un vuelco al saber que era un ángel precioso y que todavía luchaba por vivir.
A medida que te vas haciendo más consciente de la situación, (Y no eres consciente del todo hasta mucho más tarde, creedme), se empieza a instalar cuán aguijón infectivo una nueva visitante.
Y por qué a mí?, Y por qué a mí?, Por qué a mí?, PORQué a mí?, POR QUE?,
POR QUE? , POR QUE?
El sentimiento de culpa se hace patente, y tu mente empieza con el rebobinado de donde erraste, qué se paso por alto, qué hice mal, se me estaría juzgando y ese era mí pago?.
Pasaron dos días, y las noticias que nos llegaban era que la niña seguía igual, igual pronóstico pero que les parecía increíble que siguiera luchando.
Dos días, que me temblaba todo el cuerpo. A primera hora, según vi a la ginecóloga que me atendió le pedí me explicara, la parte del porqué, que ella llegaba a comprender científicamente. Nos contó que mi placenta, no saben el porqué, detuvo su crecimiento, y empezó un proceso de envejecimiento, la niña quedó atrapada, puesto que su crecimiento era todavía el del octavo mes. La consecuencia una trombosis masiva, que la llevó a luchar hasta el último momento. Qué según dicen, fue cuando el pakar dio los tres toques. Lo demás ya les dije.
Tras la explicación, y sin dejarla marchar, me medio incorporé de la cama y le dije, o me mandan con mi hija, o me voy por mi cuenta.


Me fui en ambulancia previa firma de que si sucedía algo sería por imprudencia propia.

CONTINUARA....
I Wish a Perfect Love Story (3)
Serían las 11 de la mañana cuando partimos hacia Gran Capital. Tumbada en la camilla y solamente con el conductor iría en busca de unos de mis mayores tesoros. Mi marido tendría que pasar antes por casa y dejar atado cabos que yo por aquello entonces, ni tenía en cuenta y que más tarde nos pasarían factura. Me refiero a mí primer tesoro, mi hijo. Se imaginan lo que un niño de apenas 3 años, siente cuando le dicen sus padres.
-Quédate con la tía cariño!! ahora venimos, no es más que un ratito.
El ratito fue una eternidad para aquel niño. Quién ya no sólo destronado, por la venida de su hermana, se vería embaucado por compartir su día con personas que cercanas de sangre, no eran tan cercanas en cuidados diarios. Su rutina tambalearía en el ir y venir de decisiones tomadas por extraños cercanos, pero ajenos a la filosofía que reinaba en nuestra casa. Más adelante, veríamos las consecuencias.
Yendo en la ambulancia, el conductor, muy amable me empieza a hablar de que si me falta algo pida, de si estoy cómoda, de si tiene que parar no dude en decírselo, de que no va a correr para que no se abran los puntos, de que en todo momento este tranquila, y en uno de estos (de qué), dijo:

-Yo le lleve a su hija, tiene una niña preciosa!! Es una luchadora señora, si pasó todo lo que le hicieron, es porque quiere vivir.
Imagínense, si las lagrimas caían sin gravedad alguna, aquello genero una cascada imparable. Y el buen señor, me animaba a seguir con lo que mi hija ya había emprendido, su propia lucha por la vida. Por su vida.

Serían las 12:00 cuando llegamos al hospital. La entrada en él se haría mediante un celador el cual me llevaría ante el ginecólogo que se me había asignado en dicho hospital. En todo momento tumbada, llegué a lo que parecía el pasillo de un paritorio, efectivamente, era las puertas del paritorio y el ginecólogo que me había tocado, estaba interviniendo en un parto.
Su despacho contiguo, y yo tirada en un pasillo oyendo los ruidos de parir de otra mujer.
Como se ríe el destino en tu cara a veces, no creen. Ahora puedo decir cómo se siente un cadáver de un hospital arrinconado en uno de los pasillos, abandonado!!.

No me lo podía creer, nadie me iba a hacer caso, habiendo dado entrada. No hay alternativa de movilidad para alguien, y asumen que la persona puede quedarse sola, saben cuánto?? dos horas. DOS tremendas horas.
Con lo cual cuando vi al ginecólogo estaba más que cansada, y perdiendo la compostura le dije que sólo quería ver a mi hija, quién era y de donde procedía, y que pidiera a un celador me llevaran a verla, de inmediato. No hubo miramientos ni "por favores". Sólo un gran reproché, que más tarde intentaría subsanar por la falta de educación que en ese momento tuve, y que el colegiado ni me lo tuvo en cuenta in situ, ni luego más tarde.
A su orden, me llevarían a neonatos, la unidad que gestionaba todos los casos de prematuros, bebes con problemáticas de partos, síndromes, y todo aquello que gira a problemas de infancia del recién nacido.
Primer contacto;
- Te haremos una excepción porque así lo pide el ginecólogo, pero hay horarios de visitas preestablecidos.
Entrada en silla de ruedas puesto que si ven la puertecita por la que hay que pasar, allí se desinfecta a todo ser vivo en la pre-entrada, jabón anti bactericida para manos, mascarillas por si acaso, y se cercioran no te quede liendre alguna a contagiar. Luego, compruebas que esas medidas son meramente necesarias.
Pasó una segunda puerta, y todo el mundo que allí había, enmudeció. Serían cerca de unas 6-7 personas, casi todas enfermeras, alguna auxiliar, me llevaron a la estufa nº1. Me dijeron que no me asustara por como la vería:
- Tienes una muñequita rota, muy bonita.
Yo que la única muñeca que tuve fue una Nancy y que me robaron al día siguiente de ser regalada. Yo que tuve que tirar con una barriguitas negra que había sido sustraída de la basura porque mi madre limpiaba casas y ya no la querían los niños. Y mi tercera muñeca sería mi hija, y encima rota. Como la mente no deja que una se olvide de los detalles, y estos empiezan a ser los primeros.
Me acerque empujada por una enfermera, pero mi marido entró en ese mismo instante y le dejaron acompañarme.
Los dos juntos, como no queriendo hacer nada de ruido por si la despertábamos y tuviera que descansar, nos quedamos embelesados delante de ella. No era solamente preciosa, era la pureza hecha realidad. No podría transmitir la belleza del momento, porque a su vez es como si tomarás cicuta. Aún siento el amargor.
Carita redondita, facciones rosadas, mofletes que no parecieran pasar hambre, larguita, enterita. 2kg y 47 cm.

No estaba entubada, no había respirador artificial, pero su ausencia de movimiento volvió a desatar el llanto.  A mi ángel le habían cortado las alas con las que podría volar sobre el mundo, pero encima no sabíamos que nos depararía la pirata que sin dar tregua alguna ya había abordado su cerebro.

CONTINUARA...
I Wish a Perfect Love Story (4)

Cinco pasillitos, dos manos; derecha e izquierda, de cuatro a tres incubadoras en cada mano. Llegando a ser en total, unas 37 si la memoria no me falla; 17 incubadoras y 20 cunas de lactancia. Cada una con su cometido, pero, estábamos en la nº 1, con 2 kg y un futuro pintado en negro azabache.
Entre los lloros y el embelesamiento, se nos acerca el jefe pediátrico de los dos primeros pasillos.
- Están ustedes, en la sección destinada a los neonatos que no llegan a su fase de maduración de las 38- 40 semanas, como ven su hija esta, en la estufa de reanimación, no precisa de sistemas que la mantengan artificialmente, puesto que sus órganos están bien formados y se valen por sí mismos, pero nos faltaría ver el digestivo, aunque no se puede en estos momentos porque, su hija es un vegetal, con situación y pronóstico grave. Tiene que reabsorber un enema, que presenta en su lóbulo izquierdo, y que remitirá o no remitirá a su favor. Sólo nos cabe esperar. Pueden contar ustedes con el servicio Psicológico de este hospital si así lo requieren. También tenemos un cura en caso de querer disponer, según sus creencias, para aquello que precisen.
Entre que no sabemos cómo abordar todo y preguntar por preguntar, mi marido, le interroga:
-Esperanza??
A lo que el gran profesional de neonatología contesta:
- No me oyeron, pronóstico muy grave y de ser, es un vegetal, como una lechuga.
Saquen, sus propias conclusiones; como un profesional dedicado a salvar vidas, no más que de bebes pueden llegar a ser fríos como una estalactita y falto de sentimiento a la hora de utilizar la palabra.

Acababa la hora de ver a la peque, la próxima visita sería a las 17:00 horas.
Nos dieron un panfleto al salir de color azul, en él venían especificadas las condiciones y uso de la unidad de neonatos:
VISITAS: Los padres del niño ingresado podrán visitarle todos los días de 12:00 a 13:00 horas, por la mañana y de 17:00 a 18:00 horas por la tarde, respetando la intimidad de las madres que estén dando pecho.
El resto de familiares deben efectuar sus visitas los martes, jueves y domingos de 16:30 a 17:00 horas. La entrada es para dos familiares con autorización previa de los padres.
LACTANCIA: 8:30 de la mañana, 12:00 de la mañana (para los de 3 horas)/ 13:00 de la mañana (para los de 4 horas), igualmente pasaría a las 17:00/18:00, y el turno de los más cercanos o ingresados a las 20:00 de la tarde, para el resto de la noche las enfermeras recogerían la leche materna que a lo largo del día la madre pudiera sacarse, mediante sacaleches propios o podrían hacer uso de los que el hospital ponían a su entera disposición, mediante sistemas eléctricos.

INFORMACION MEDICA: El médico que se le asigne a su hijo les informará; lunes, miércoles y viernes. En el despacho exterior de la Unidad. Los de Cuidados Intensivos Neonatales, la información se facilitará todos los días a las 12:00 horas, en la propia Unidad.

Como es capaz una de retener hasta la máxima información, cuando tiene un
PORQUE taladrándole la cabeza, una humedad cegadora en los ojos, un cansancio que con el paso del tiempo empieza a hacer mella, y una impotencia de no sé - no contesto-no puedo emitir palabra. Se anula la persona, pero algo sucede que el cuerpo y el propio cerebro empiezan a maquinar para salir del estado de shock.
Nunca más tome, sedante alguno. No quería maximizar mi atontamiento, debía coger lo que tenía porque lo quería. Yo opté por ser madre y ahora quién era yo para negarle a mí hija que estaba luchando contra viento y marea, la oportunidad de llegar a nosotros como el destino le había deparado. La debía esperar ó bien a que se fuera ó bien a que si luchaba la pudiera estar esperando con los brazos abiertos y del todo serena, para poder darle lo que precisará.

Subimos a planta, allí mí marido se derrumbaría delante mío. A él también le visitó el Por qué. Serían cerca de las tres de la tarde.
El servicio de comida empieza a las 12:00 y acaba a las 14:00. La 309, me parece, sola, porque así lo decidieron los médicos. Acertado, porque son momentos que no quieres y no estás para recibir a nadie. Empieza un duelo, para el que se va haciendo consciente, y una lucha para los progenitores, porque desde YA!!, la sociedad marca diferencias.

Las enfermeras de plantan vinieron a verme, y se presentaron, algunas con lagrimas en sus ojos, hacían patente que se les había informado de la situación de esta, yo misma, su paciente. No podían reprimir, porque sentían demasiado. Otras sólo callaban y hacían su trabajo a la rapidez de un rayo. Pero, todas, con una educación intachable, para mi suerte.
La primera bienvenida, fue que me habían guardado la bandeja de comida, aunque el servicio ya había terminado. Por sí tenía hambre.
Y vaya que si comí, saben, no me había dado cuenta que en dos días, no había probado bocado. Y comí, y les di las gracias por tan amable gesto.

Más tarde debatiríamos la ayuda psicológica, fue fácil, ninguno quería adormecerse bajo el efecto de las pastillas. Éramos iniciados en la consciencia de lo que teníamos, no era esa la clase de ayuda que necesitábamos en ese momento. Era el cariño de los más cercanos lo que empezábamos a echar en falta. Cuando nos dimos cuenta, habíamos estado prácticamente solos. Todavía los familiares no sabían como acercarse, sólo dos hermanos de siete que son por parte de él. Y por mí parte, mi madre estaba viniendo de un periodo vacacional que le tocaba, era Semana Santa. Y el resto No sé. Luego, Carlos me dijo que algunos no estaban informados y otros habían quedado de hacer cadena de llamadas. Ahí empieza otro frente. El familiar.

CONTINUARA...
I Wish a Perfect Love Story (5)

Pasaríamos poco tiempo en la habitación. Llegarían las 4:00, con ella la merienda; un cola cao calentito y una galletas. Mi marido sin probar bocado, me decía tranquila yo cogeré algo en las maquinas del pasillo.
Bajaríamos en silla de ruedas, desde la tercera planta hasta neonatos. Saldríamos antes de tiempo para no perder ni un sólo instante del que se nos ofrecía. Mi marido emplearía pasos agigantados para acortar la distancia en tiempo, como si hubiéramos estado una eternidad alejados de lo que más anhelábamos.
Cómo se sentía ella? Había pasado de estar veinticuatro horas seguidas en el vientre que la protegía, la alimentaba, la acunaba, la transmitía lo mucho que la deseábamos allí afuera. De veinticuatro horas a un sufrimiento infernal, que la harían ver que de ahí en adelante debería de luchar por sí misma solita. Y de la lucha a tan sólo dos horas al día con los que tanto la anhelábamos.
De ahí que tuviéramos que pensar en rentabilizar todo el tiempo posible en todo lo que ella precisará.

Se abrirían las puertas, las 17:00 en punto. Los que afuera esperábamos íbamos entrando ilusionados, nerviosos, ansiosos, esperanzados. Unos más que otros, según los casos. Pero pronto me cercioré, que a mí me faltaba lo que algunos iban a ofrecerles a sus bebes. Una sonrisa.

Entramos, nos lavamos las manos y nos acercamos a su cunita.
Empezaría a
percibir cosas que anteriormente no percate. Mi hija estaba desnudita, ni una sola ranita cubría su cuerpecito. A lo cual ose preguntar y por osada empecé a darme cuenta de la hostilidad de algunas personas.
-No lo necesita, está en la estufa, tiene buena temperatura.
Donde había quedado la compasión, para que ni tan siquiera una sabanita pudiera cubrir un cuerpecito tan frágil.
Entonces intente tocarla, pero se me prohibió. No era conveniente. Luego, la mirábamos y remirábamos sin cansarnos ni un sólo nanosegundo. Y entonces, comenzamos a hablarla al oído.
Mamá, le diría lo linda y relinda que era. Que siguiera así de fuerte que la esperaríamos.
Papá le pedía que se curara y se curara que la llevaríamos a casa. Y que U, su hermanito, la estaba esperando para jugar con ella. Fue mencionar a U, cuando me volvería a dar cuenta, de que ni aquí con cuerpo-mente, ni allí con el otro, la impotencia de no poder estar ya unidos como si nada, volvía a convertirse en lágrimas. Me acordé de describirle de pies a cabeza lo mucho que U la quería, y cuanto la había masajeado y hablado antes de verla.
Hora de marchar, no sin antes se nos recordara si precisábamos algo de lo que ya nos habían ofrecido anteriormente.
-No, gracias, no precisamos ayuda psicológica.
Incrédulos ante lo que escuchaban volverían a insistir.
-Seguros??
Y un SI rotundo zanjó la ayuda hasta tiempos más venideros y conscientes.
-Precisaran del cura o de alguno de sus servicios?
y es ahí donde yo le pedí a mi marido, quisiera bautizar a nuestra niña por si acaso. Por si acaso el puñetero destino nos la quisiera jugar de nuevo. El asentó. La enfermera entonces tomo nota de ello y se despidió hasta el día siguiente.
Subimos a la habitación, y con un nudo en la garganta, la tuvimos que dejar de nuevo. No podíamos quedarnos más. La incertidumbre de si mañana nos volveríamos o no a verla, no te deja más que llena de rabia, IMPOTENCIA.
De nuevo en la habitación sola, y cada uno de nuestros hijos como si los hubiéramos abandonado. Amargo, ya les dije, como la cicuta.
No parábamos de abrazarnos y a la vez llorar y llorar, ahora sabía que era un mar de lágrimas de forma literal.
C, mi marido, me pediría un favor, él necesitaba volver a casa, necesitaba abrazar a U, porque su sensación de que le habíamos fallado y dejado era demasiado angustiosa. Se sentía vacío. Y yo también.
-Vete tranquilo, y duerme junto a él para que sepa que le sigues protegiendo tú. Explícale con la verdad simple, que Lorena tiene pupú y mamá debe quedarse con ella, hasta que pueda ir a casa. Dale millones de besitos de mi parte.


Así partió, hacía casa y yo me quedé conmigo misma, sola, vacía. Pero, pensé tengo a Lorena, en la planta de neonatos, y si yo la siento, porqué ella no va a sentirme??
CONTINUARA...  I Wish a Perfect Love Story (6)

Estaría acabando el día 31-3, y a última hora de la tarde apareció mi madre, mi salvación, la que aturdida por un viaje inesperado, no llegaba a entender la situación. Sí algo urgente pasaba, las cosas no salieron bien, pero lo primero que preguntó fue:
-Y la niña?, que se la llevaron en la cunita a hacerle alguna prueba?
No lo concebía. No se imaginaba por donde iban los tiros, pensaba que aunque mal, las dos podríamos estar juntas. Lo que hubiera dado porque así fuera. Allí paso la noche, junto a mí, dándome calidez, ni un sólo reproche, cogió la información que le dimos a borbotones, y la absorbió como si de una esponja se tratara. Fue un anti-choque, un anti-impactos, fue el primer ejemplo donde ante lo fuerte, me crecí, ella era el ejemplo, y yo sería su reflejo. Actuó con entereza soberbia, y sólo me repetía una y otra vez:
- La querremos igual o más!!, la querremos como sea!!.
Y ya se pueden imaginar el panorama, devastador, volver a contar todo.
C marchó. Se fue a casa. Al día siguiente nos volveríamos a ver, pero los dos sabíamos que lo más importante sería; Volveremos a ver a LORENA?? SEGURO, porque creíamos en ella. Y porque mi madre, que es una gran beata, ya empezó a calentarnos la cabeza:
- Cómo No? No veis lo fuerte que ya fue. Dios la va ayudar, Dios la va ayudar.
Yo cansada del todo, bajo la protección de mí madre y de sus palabras me adormecí  acurrucada. No fue mucho tiempo. Las enfermeras entraron a traerme la cena, serían las 8:30, siempre amables y con suma atención. Pero en silencio.
Tras cenar, mi madre, como si los papeles se hubieran cruzado, me ayudo a meterme en la cama, me arropo con las sabanas, y se preocupo de saber si sentía dolor físico. El otro debía de ser demasiado evidente, verdad!!.
En aquel momento me acuerdo que ante la desgracia, cogió y ni corta ni perezosa se acostó ella también en la cama de al lado. Y yo juiciosa, le reproché:
-Ama, por favor!! que te pueden rechistar las enfermeras!!
Y ella con su simpleza asintió:
-Bueno!! pues que le vamos hacer, que rechisten! yo antes que estar de mala postura, toda la noche en esa butaca, mejor estoy tumbada y cuidando mi espalda. Luego ya veremos!.
Y consiguió sacarme una sonrisa un tanto forzada, pero el esbozo se hizo patente. Me dio que pensar, porque ante lo evidente, teniendo opción de cuidarme, iría siempre por el lado malo y me conformaría?. Si tengo elección elijo la salud, luego ya veré como me adaptó a lo que venga.
Esa noche, aunque con la gran preocupación, conseguí descansar al menos unas horas, cuando despertaba de noche, miraba el reloj, y quería que pasara a la velocidad del rayo.

Día 1-4, cerca de las ocho de la mañana, me levantaría a asearme, fue en el aseo cuando me vi la enorme cicatriz que en forma de cremallera iba de norte a sur, en vertical, no me acuerdo bien, pero serían alrededor de las 27 grapas, ya antes las vi, porque U también fue cesárea. Pero, lo que no sabía es que aprovechando la direccionalidad que tenía de la vez anterior ampliaría su anchura, para ser aún más grotesca. Llevaría un buen recuerdo tallado en el cuerpo.
La rutina hospitalaria empezaría a funcionar, 8:30 desayuno, luego de seguido vendrían las que cambiarían la cama de sabanas, limpieza de baño y suelo, y sobre las 10:00 el médico, el ginecólogo, dos serian los que se me asignarían. Un señor bajito, de pelo canoso, de tez morena y bigote, que en su conjunto en blanco contrastaba claramente. Encantador en todo momento, nunca me olvidaré de él por varias cosas. Una de ellas vendría dada por la primera visita, el reconocimiento que el hizo, lo dejó bien claro:
-Qué chapuceros!! menuda avería te prepararon, y luego para dejarte así.
Saben, me gustó la sinceridad de sus palabras, por que no encubrían nada ni a nadie, la realidad era la que se veía. El me dejó patente lo que iba bien y lo que quedaría peor, pero no mintió.
También me dio a saber que me habían dado cuatro pastillas que me habían cortado la leche, porque como no podría amamantar. Me acuerdo de haber tomado dos juntas la primera noche, las otras supongo que irían entre los sedantes o a la mañana siguiente antes de partir. Pero, no las ubique bien. De todas formas leyó el informe que le dejaba el relevó anterior, y me dijo que mientras él fuera uno de mis ginecólogos no tendría que preocuparme por el tiempo que tuviera que pasar allí. Él lo avalaría. Lo mismo me diría la ginecóloga que le hacía el relevo. Pelo cortito, morena, constitución normal, y súper cálida y cercana. La visita la harían los dos juntos la primera vez, luego cada uno en su relevó.
No supe ver que querían decir con; El tiempo que tuviera que pasar allí. Ni lo imaginaba!!


CONTINUARA... I Wish a Perfect Love Story (7y8)

Saben, me gustó la sinceridad de sus palabras, por que no encubrían nada ni a nadie, la realidad era la que se veía. El me dejó patente lo que iba bien y lo que quedaría peor, pero no mintió.
También me dio a saber que me habían dado cuatro pastillas que me habían cortado la leche, porque como no podría amamantar. Me acuerdo de haber tomado dos juntas la primera noche, las otras supongo que irían entre los sedantes o a la mañana siguiente antes de partir. Pero, no las ubique bien. De todas formas leyó el informe que le dejaba el relevó anterior, y me dijo que mientras él fuera uno de mis ginecólogos no tendría que preocuparme por el tiempo que tuviera que pasar allí. Él lo avalaría. Lo mismo me diría la ginecóloga que le hacía el relevo. Pelo cortito, morena, constitución normal, y súper cálida y cercana. La visita la harían los dos juntos la primera vez, luego cada uno en su relevó.
No supe ver que querían decir con; El tiempo que tuviera que pasar allí. Ni lo imaginaba!!.

mi madre entrarían, preguntando de seguido lo que me habían dado a saber. Les conté lo dicho por ambos y quedaron tranquilos. No esperaban menos después de todo lo que estaba sucediendo. Lo que no sabríamos es porque la limpieza de conciencia intermedia funciona en algunos casos y en otro no vale ante el gasto humano que supone el mantener al paciente. Yo agradecí dicho gesto y hasta hoy día lo valoró enormemente. Tuve ángeles custodios, sin ninguna duda.
Mi madre, se iría, no podía visitar a la niña, y querría acercarse hasta casa a desembalar el equipaje, que todavía permanecía intacto. Se fue, pero no antes sin decir, que a última hora volvería a relevar a C para que pudiera volver a casa de nuevo, con U, a descansar.
Nosotros bajaríamos al pasillo de neonatos, nos acercaríamos a esperar que la pequeñita puerta se abriera, y nos dieran noticias buenas. No tuvimos ninguna notificación de noche, luego lo que nos esperaba era toda una incertidumbre.
Mientras se acercaba la hora, los padres del resto de los niños también iban apareciendo, los saludos todavía serian fríos. Llenos de seriedad, algunos aguantábamos el temple, pero otros patentaban sus preocupaciones.

- Hoy el mío gano peso- Decía una. Otra, se preocupaba de cosas como;
- Le quitaron la sonda a la mía, estoy deseándola poner al pecho.
Yo, no podía decirles nada. No me salía el hablar con nadie, como si estuviera muda.
Se abrió la puerta, y todos penetramos con respeto y ansia acumulada. Como deprisa, pero sigilosamente, sin querer alterar el silencio que sólo el llanto de algún bebé rompía.
Nos acercamos a nuestro número de cuna, pero allí no estaba Lorena, había pasado a la número dos. El corazón te da un vuelco sólo ha sido un saltito, pero a la vez que gran salto, Dios mío.
Era viernes, ese día 1, no me gustan los viernes, son días cansados, pesados.
El médico pedíatra se acercó y nos dijo que la noche había sido muy favorable, Lorena había empezado a reabsorber su enema, y lo hacía a una velocidad bastante pronta, con lo cual, habían decidido pasarla a la siguiente cuna. Por fin tendría una ranita puesta, de color azul, que le abrazaba su cuerpecito. C les preguntaría:
- Eso es bueno, No??

- Perdone, reabsorbe el enema, pero el pronóstico es el mismo que el de ayer, no varía.
Menudo jarro de agua fría. Una de cal y otra de arena, pero la de cal nos dejaba en carne viva.
Era momento de derramar lágrimas, pero ya dije que habría un momento en que se convertirían en cristales de desgarrar el alma. Este fue ese momento.
Contenida como una presa, con un llenado de agua al borde, pero sin emitir ni gota.
Fue la agudeza de C, la que se percató; la niña sólo tenía suero y el detector de las señales del ritmo cardiaco y respiratorio, unidos a su cuerpo. Donde iba el alimento??.
-No la alimentamos. Sólo necesita suero. Pero, podemos intentarlo con un par de gotas de leche para ver si su digestivo las admite.
En eso quedaríamos. Nos miramos los dos y hay vimos nuestro camino hacia la esperanza.
Enseguida, nos llegarían murmullos de los alrededores. La gente, no comprendía cómo no mostrábamos decaimiento ante lo que acontecía. Las miradas denotaban que los que no veían éramos nosotros, cuando veíamos pero desde otra perspectiva.

Pronto se acercaría un hombre mayor, con vestimenta normal, acordé a su edad, sin pelo alguno, con muchas arrugas en su cara y manos, y una gran sonrisa, que ante la desgracia traía paz. Era J.P, el cura. Un gran hombre ante todo. Nos dijo que él todas las mañanas se acercaba a neonatos, sobre las 8:30, a saludar a los bebes. Nos comentó como desde la llegada de Lorena, él le rezaba al oído. Y como le habían transmitido el mensaje de que queríamos bautizarla. Nosotros, se lo confirmaríamos. Así pues, sin más preámbulos empezaría la ceremonia de extrema unción para mí niña.
Simple, linda, pero sin poder derramar lágrimas, agarrada a la mano de mi marido con una tensión brutal. Era como decirle a mi hija, Adiós.
Algunas enfermeras mayores se acercaron a la ceremonia, escuchaban las palabras del cura, y nos miraban con extrañeza. El momento de gran dureza, el que ves en el que el cura, unge la frente con el aceite. Duro, porque sentí como si ese fuera el momento en que pudiera perderla.

Acabó con un padre nuestro en conjunto, y así llegaría la hora de volver a la habitación. No sin antes oír algunas cositas tales que:
-Nunca vi tanta entereza en un bautizó, en estas condiciones tan extremas- Nos dijo una enfermera de las más mayores de neonatos. Y yo la creí, y se lo agradecí.
J.P. nos daría una sorpresa; una cruz de color verde oscuro, olivino.
-Se las regalo a todos los que bautizo, está es verde. Pide esparadrapo a las enfermeras y déjasela en la cuna.
Así lo hice. Y esa cruz sería el primer sonajero que mi hija, tendría sobre su cunita. Cuando lo puse, para despedirme lo tocaba contra el cristal, esa sería la señal de Hasta Luego.

Un hasta luego donde un segundo se convierte en una hora, donde la hora es como un mes, donde el mes es como una eternidad, ya lo irán entendiendo.
De una estancia a un pasillo, de un pasillo a una habitación cerrada por cuatro paredes, Donde estaba el aire para oxigenar los pulmones? para oxigenar el cerebro? para oxigenar la sangre? para oxigenar el Alma?. Allí sólo había olor a humanidad y a limpieza esterilizada extrema, por si acaso se fugará algún virus extraoficial.
Llegar a la habitación y tenía preparada la bandeja de la comida. Pero, en aquella ocasión el apetito no hizo su aparición.
-Come, tienes que comer. Has perdido mucha sangre y no te ves, pero estas anémica. Necesitas reponer fuerzas, yo sólo no puedo con todo esto.
C, me cuidaba en todo momento, y me llenaba el vacío de las palabras. Las enfermeras veían como íbamos de la mano el uno del otro, aunando fuerzas. En aquello entonces se nos aparece una de ellas con otra bandeja de comida, que algún paciente dado de alta, dejó, porque tenía más ganas de respirar aire de fuera que de llenar el propio buche.

Comiendo, me vino a la memoria algo, era la ceremonia que habíamos vivido esa mañana. Y le dije a mi marido:
-Todavía no hemos ido a visitar la capilla del hospital, me gustaría me acercaras después de comer.
Increíblemente, mi marido que no es ningún devoto de las instituciones eclesiásticas (ni yo tampoco, por aquello entonces, aunque sí tenía un pasado basado en dicha educación del cortejo dominical), él asintió:

-Nos acercaremos, pero será después del descanso que vas a tomar después de comer. Una hora al menos debieras reposar.
Una hora, casi dos y media estuve dormida, ni me enteré, fue realmente un sueñecito reparador y bendito.
Después, andando y medio encorvada cuan viejecita, me agarraba al brazo de mi marido. Casi en la entrada principal, a mano derecha, se encontrarían dos puertas de madera enormes, era la capilla.
No muy grande, unas veinte bancadas a cada lado, algo largas eso sí, como para diez personas la bancada. En frente, un altar sencillo. En su centro un Nazareno crucificado, Jesús, a tamaño real. A su izquierda, un armario de oro, empotrado en la pared en él se guardaba el cáliz y el vino de la eucaristía. A la derecha, nuestra señora de Aránzazu, la patrona de muchos Vascos. Debajo de las dos figuras, muchísimos ramos de las personas que pedían por familiares convalecientes.

Enfrente de la virgen y el armario, varias lamparillas de esas que se encienden depositando la moneda en la ranura. Cada una para petición y alumbramiento de cada uno de ellos. Frente a la figura del Cristo, la mesa. A su izquierda, el libro sagrado, la Biblia. Siempre se encontraría abierta por una hoja que denotaría la lectura perteneciente a la oración a realizar en la eucaristía del día en sí. La primera vez, la leería como en voz bajita, para mis adentros. Luego, me acercaría a echar unas monedas a las lamparillas, pero nos dimos cuenta que existían mínimos de cantidad de dinero, así que repartimos la calderilla entre las dos. El caer de las monedas nos dio a entender, aquí está la parte del negocio, y en los ramos de flores estaba el sentir de las personas por sus familiares. Yo, como ignorante había sucumbido al negocio, y como no tenía nada más que ofrecer me acerque al Cristo y le besé los pies. De seguido hice lo mismo con la virgen. Y les pedí por mí hija. Qué pedí; MISERICORDIA.
Misericordia para ella, que era inocente, que en todo caso, si yo hubiera hecho algo malo asumiría el castigo, pero que ella no fuera juzgada. Por ello y sin intercesión de ningún otro santo, pedí a una madre y a su hijo, que si en verdad existía Dios, le hicieran llegar dicha petición. Quién mejor que ellos para ser oídos y atendidos.

Luego rezamos algunas oraciones comunes, y me quedé anonadada viendo como mi marido rezaba, con tanto o mayor fervor que una misma.
Saldríamos para dirigirnos a la merienda, no sin antes coger un librito naranja que estaba a la puerta y que decía; Amistad con Jesucristo. Me llevaría eso, y el empezar a cavilar a cuanta gente, le habría podido ofender, dañar o haber fallado en la vida. Necesitaba retractarme de cualquier malentendido, mal dicho, o de un mal acto, para limpiar mis pecados y mi conciencia. Tenía que alivianar mi mente y mi alma, para que no pesaran sobre mí y que así el Señor me viera más pura y digna de poder devolverme a mi hija.
Iríamos a neonatos, pero yo llevaría mí rumiar sobre una posible lista de aquellos a los que debería de empezar a llamar para poder excusarme. Luego entre mis pensamientos perdida no hice caso de nadie de alrededor.
Según entremos y nos pusimos enfrente de la cuna, se percibió algo diferente; una finísima sonda, venía de una jeringa colgante a su izquierda y que recorrería su entrada por la vía izquierda de la nariz.
-Dos gotitas cada media hora, se le ha puesto, parece que las absorbe bien.

Esta vez, no preguntamos nada más, nos conformaríamos con la palada de arena. Pero, se nos iluminaron los ojos, se encendió una llamita débil a la que habría que proteger para que ninguna ráfaga de viento se la llevara.
Si come, cogerá fuerza, si coge fuerza se moverá, si se mueve.... y se fue abriendo el sueño de la cantinera de leche, que antes de cobrar la leche de su cantó, ya lo había vendido, ordeñado y llevado al sitio de venta, pero, no de dio cuenta de que en medio del camino por andar en sueños, había tropezado y el canto perdió parte de la leche.
Otra vez se puso en marcha mi mente, cómo, mi hija está comiendo y yo aún nunca me saque la leche, como puedo volver a tener leche de nuevo? Es posible, hay algún sistema que después de la toma de las pastillas para cortar la leche, pudieran devolvérmela? No podía ser, yo defensora de la lactancia materna, hasta más no poder, y sin leche que ofrecer cuando hay demanda.

La hora se pasaría en un abrir y cerrar de ojos, apenas el pensamiento de todo lo que estaba rumiando me había dejado disfrutar un instante con mi pequeña. Pero, eso sí antes de despedirme, hice que su crucecita sonora contra el cristal.
CONTINUARA...

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