El niño/a debe estar relajado y bien controlado, cuidando la posición de la cabeza (siempre más bien hacia delante o justo recta en posición erguida sobre la faringe, NUNCA hacia atrás, evitando las falsas vías). Igualmente el eje del cuerpo del niño/a debe de ser de 90 º con respecto a su asiento, es decir, una L y controlaremos también miembros superiores e inferiores (para que no echen las manos sobre la cuchara, el alimento, evitando agarres innecesarios, que puedan desencadenar patrones fuera de conducta).
Nosotros igual de cómodos para aguantar unos cuantos minutos para dar buena información, educar en alimentación y disfrutar de enseñar texturas y bocados nuevos en el paladar de nuestras criaturas. Para ello un buen apoyo dorsal y lumbar.
Cuando una empieza a mandar información hacia el paladar, trabaja masajeando la zona orofacial para prepararla para su trabajo, tanto los músculos maseteros (los papos), como toda la periferia de la cavidad bucal; tanto por fuera como por dentro, el niño/a recibe previo aviso de que es hora de comer. Las sesiones para educar a comer NO pueden suplir la hora de comer, es decir; fuera de las comidas. Y debe de tenerse en cuenta que no es para complacernos a nosotros sino, para disfrute del niño/a y ver que pone interés en el proceso de movimiento, no rechazo.
EDUCAR A MASTICAR
Hay niños/as con tendencia a la protrusión de la lengua, es decir, la sacan muchas veces o la tienden a mantener fuera mucho tiempo. En mi hija, no es el caso, salvo que a veces, en actos reflejos de dolor, si saca dicho patrón. Siempre se debe de tender a los niños/as a enseñarles a meter la lengua, con presiones pequeñas, bajo la mandíbula inferior bajo el suelo de la boca. Presión hacia arriba y hacia delante (dando información de que las mandíbulas permanezcan juntas y los labios cerrados). Conseguimos que lengua se retraiga y enseñamos lo que es el cierre de la boca. La presión nos asegura que frenamos los movimientos de succión y mamada.
Cuando la comida se le presente al niño/a se le hace de frente para que lo pueda seguir con la mirada. Lleváremos los alimentos desde abajo para evitar que el niño/a mire arriba, ya que se extendería el cuello activamente.
Combinaremos a enseñar que la introducción de comida hacia la encía inferior y la pared de la mejilla desencadenen movimientos de torsión de la lengua para a su vez provocar el movimiento lateral automático de retroceso hacia el mismo lado, llevando consigo el bolo alimenticio.
Seguiremos los ritmos de los movimientos combinados de la lengua y de la mandíbula, estimulando cuidadosamente la lengua en la misma zona, para que continúen los movimientos de masticación.
A veces empujamos lentamente para que el trozo sea aplastado o masticado poco a poco. Durante ese tiempo el niño/a tragará sin encontrar dificultades dejando de masticar para tragar en periodos de breves instantes.
Si por lo que fuera, en primeras sesiones un trozo quedará pegado a la entrada de la faringe, el niño/a puede ponerse ansioso o no, puede extender el cuello y el eje del cuerpo para intentar escupir el trozo
que estará bloqueando la entrada de la faringe. En cuanto el que da de comer se percata de la dificultad, no debe perder la calma, debe corregir la posición de cuello y cabeza, elevar suavemente la base de la boca hacia atrás y por delante del hueso hioides (de la garganta). provocaremos y reforzaremos la deglución. El niño/a se librará del trozo y se relajara.
Conforme la experiencia se repite , el niño/a perderá el miedo y la persona que le da cogerá suficiente confianza en sí para animarse a disfrutar y ofrecer texturas y sabores nuevos a ese gran paladar. Una vez que los trozos de alimento lleguen a la faringe los tragará espontáneamente.
Siempre es mejor ver para empezar a juzgar. Nos ha costado un poquito, y aunque todavía no esta asentada una buena masticación, ya es latente, que si existe y lo trabaja bien. Poco a poco se consiguen cositas tal cual:
Por hoy les dejó aquí; sientan, piensen y transmitan valores positivos.
Marisol Andrade.
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