Cuando al fin se encuentran dos almas,
sólo el destino sabe si están predestinadas;
porque ni el tiempo podría ocultar los recuerdos,
ni el espacio no hacerse eco de los sentimientos.
Dos almas que se comprenden y corresponden en fidelidad,
no absorben lo que quieren ver libre;
porque el desapego se lo ha de dar.
Se asemejan al andar y se hace vehemente el paso,
por el suelo que han de pisar.
Porque entre tierra y cielo un gran puente de colores se debe cruzar.
Amor no es sólo un sueño; es hacer ese sueño realidad.
Y aunque el sufrimiento sea desaliento de aquél que entrecorta el viento;
es Amor de verdad, del que perdura en el tiempo porque quiso no codiciar,
tan sólo amar.
(Marisol Andrade)
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