Europa ese gran continente ilustrado del que han salido inmensos; literatos, filósofos, artistas, pensadores, científicos, músicos, etc. Los Iluminados de una gran cultura. La cuna de lo que dicen ser una gran nobleza. Hoy día, Europa madre de los holocaustos.
No me hace falta ser Neil Harbisson, para ponerle color a la barbarie siria, color cianótico donde los haya; qué hace que el hedor de la cianina, ese que se desprende de la muerte en aguas egeas y no egeas, que se va sumado a los que se van quedando en un camino sin salida. Ese mismo, sea un hedor inaguantable.
Se habla de vergüenza ajena, pero es que todos estamos en el ajo. Personalmente, yo soy hija de emigrantes. Aunque, tengo sentimientos encontrados.
Me acuerdo de la primera frase que mi madre siempre nos recuerda: "cuando llegamos al País Vasco, sólo teníamos unos cuantos trapos y una sartén. Tuvimos que pedir mil pesetas para sobrevivir la primera semana." Ahora, es una frase que muchas veces viene a mi cabeza; cuando veo lo que supone salir de un país por necesidad, no por gusto. Por otro lado, también es verdad, que veo la miseria que se esconde detrás de la apariencia de vivir en un pueblo que dice ser no tercermundista; problemas de tu propia casa, desahucios, droga, gente encarcelada por el estilo de pensamiento, problemas de salud más que crónicos, etc.
Si bien es verdad que se suele emplear la frase:"donde comen dos, comen tres", no llega ni por asomo a camuflar una posibilidad, y es que estamos hablando de miles de personas, para ubicarlas no en casas de gente que no tiene. Gente humilde que es precisamente la que más está dando, siempre del revés.
¿Dónde están esos campos de golf?, que pueden ser espacio habitable para grandes familias. ¿Dónde están los caserones y castillos de las segundas viviendas veraniegas?, para poder dejar un hueco al sin techo como vivienda de primeros auxilios. ¿Dónde están esas casas de Dios?. Basílicas hechas para abrir los brazos cómo nos han contado por tiempos; para dar de comer al hambriento y abastecer de agua al sediento. Dejando que sus pies descansen el largo camino que están recorriendo.
Metros cúbicos vacíos de humanidad y que pudiendo dar sentido a las palabras que se nos han inculcado, quedan igual de vacías que las iglesias de los domingos.
Mira si pueden hacer hasta dobles pisos en las catedrales y llenarlas de literas para albergar esperanza.
Osman, el niño con parálisis cerebral que se trajo del campo de refugiados a Valencia, es uno de los que ha tenido suerte. No se entiende, que no se trata de suerte; se trata de dignidad.
Nos han vendido películas como: "los mercenarios", " Eraser", películas dónde aviones cazafantasmas llegan a países y acaban con el malo, en super misiones imposibles, en las que se han invertido millonadas. Aquí lo único que vemos es como la realidad, hace que el malo eche al bueno fuera del país y nadie se atreva a ponerse un casco, que me da igual la bandera y el color del casco, y que lo que tienen que hacer es sacar a esos impresentables que empuñan armas, jugando a algo que no es paintball.
¿A quién le corresponde?, ¿quienes inventaron las armas?, pues ahora que vayan a una guardería y vean como dos niños, cuando se pelean, el maestro hace que se pidan perdón, para que no se maten.
El niño ese ser inteligente aprende a pedir perdón. Ahora a alguien le corresponde ir a enseñar a esa gente, que son padres, que son hijos y que lo único que les mueve es la falta de perdón.
Nadie ha nacido para estar entre rejas, habiendo tanta tierra libre como hay. Esos que desde arriba mueven a las personas como marionetas, esos que se deleitan a jugar con el ser humano, para que les entretengan. A esos es a los que hay que cogerles y mandarles el mensaje; el ser humano se está mutando hacia la inhumanidad, por culpa de ellos.
El color azul de los cadáveres, el color azul de la pólvora cuando estalla, el color azul es el que deja sin oxígeno a los cerebros, que callan, a los que acatan el apretar el gatillo de un arma.
Empezemos a poner otro color en Siria y en Europa, el color que llevan las almas que quieran no sentir más vergüenza por no ayudar de alguna manera. El mío, es el transparente, qué dice: ya basta!!.
Marisol Andrade.
No me hace falta ser Neil Harbisson, para ponerle color a la barbarie siria, color cianótico donde los haya; qué hace que el hedor de la cianina, ese que se desprende de la muerte en aguas egeas y no egeas, que se va sumado a los que se van quedando en un camino sin salida. Ese mismo, sea un hedor inaguantable.
Se habla de vergüenza ajena, pero es que todos estamos en el ajo. Personalmente, yo soy hija de emigrantes. Aunque, tengo sentimientos encontrados.
Me acuerdo de la primera frase que mi madre siempre nos recuerda: "cuando llegamos al País Vasco, sólo teníamos unos cuantos trapos y una sartén. Tuvimos que pedir mil pesetas para sobrevivir la primera semana." Ahora, es una frase que muchas veces viene a mi cabeza; cuando veo lo que supone salir de un país por necesidad, no por gusto. Por otro lado, también es verdad, que veo la miseria que se esconde detrás de la apariencia de vivir en un pueblo que dice ser no tercermundista; problemas de tu propia casa, desahucios, droga, gente encarcelada por el estilo de pensamiento, problemas de salud más que crónicos, etc.
Si bien es verdad que se suele emplear la frase:"donde comen dos, comen tres", no llega ni por asomo a camuflar una posibilidad, y es que estamos hablando de miles de personas, para ubicarlas no en casas de gente que no tiene. Gente humilde que es precisamente la que más está dando, siempre del revés.
¿Dónde están esos campos de golf?, que pueden ser espacio habitable para grandes familias. ¿Dónde están los caserones y castillos de las segundas viviendas veraniegas?, para poder dejar un hueco al sin techo como vivienda de primeros auxilios. ¿Dónde están esas casas de Dios?. Basílicas hechas para abrir los brazos cómo nos han contado por tiempos; para dar de comer al hambriento y abastecer de agua al sediento. Dejando que sus pies descansen el largo camino que están recorriendo.
Metros cúbicos vacíos de humanidad y que pudiendo dar sentido a las palabras que se nos han inculcado, quedan igual de vacías que las iglesias de los domingos.
Mira si pueden hacer hasta dobles pisos en las catedrales y llenarlas de literas para albergar esperanza.
Osman, el niño con parálisis cerebral que se trajo del campo de refugiados a Valencia, es uno de los que ha tenido suerte. No se entiende, que no se trata de suerte; se trata de dignidad.
Nos han vendido películas como: "los mercenarios", " Eraser", películas dónde aviones cazafantasmas llegan a países y acaban con el malo, en super misiones imposibles, en las que se han invertido millonadas. Aquí lo único que vemos es como la realidad, hace que el malo eche al bueno fuera del país y nadie se atreva a ponerse un casco, que me da igual la bandera y el color del casco, y que lo que tienen que hacer es sacar a esos impresentables que empuñan armas, jugando a algo que no es paintball.
¿A quién le corresponde?, ¿quienes inventaron las armas?, pues ahora que vayan a una guardería y vean como dos niños, cuando se pelean, el maestro hace que se pidan perdón, para que no se maten.
El niño ese ser inteligente aprende a pedir perdón. Ahora a alguien le corresponde ir a enseñar a esa gente, que son padres, que son hijos y que lo único que les mueve es la falta de perdón.
Nadie ha nacido para estar entre rejas, habiendo tanta tierra libre como hay. Esos que desde arriba mueven a las personas como marionetas, esos que se deleitan a jugar con el ser humano, para que les entretengan. A esos es a los que hay que cogerles y mandarles el mensaje; el ser humano se está mutando hacia la inhumanidad, por culpa de ellos.
El color azul de los cadáveres, el color azul de la pólvora cuando estalla, el color azul es el que deja sin oxígeno a los cerebros, que callan, a los que acatan el apretar el gatillo de un arma.
Empezemos a poner otro color en Siria y en Europa, el color que llevan las almas que quieran no sentir más vergüenza por no ayudar de alguna manera. El mío, es el transparente, qué dice: ya basta!!.
Marisol Andrade.
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