Estaba supercontenta; mis tíos y primos venían a cenar a casa.
No tendría más que 5-6 años, "C" un año menos que yo, "S" tres añitos menor.
Tras la cena, los mayores se quedaron en la cocina a pasar la velada rodeados de sus bebidas alcohólicas, su tabaco y sus historias de adultos.
A nosotros, nos llevaron a la habitación contigua. La sala de ver la tele, con un sillón amplio y dos butacones. Allí nos sentaron y nos arroparon con una mantita. Nos dejaron la tele encendida y la luz apagada. Pensaban que tras una jornada ajetreada acabaríamos rendidos y nos dormiriamos. Craso error!.
Los adultos desaparecieron y el paraíso de los niñ@s apareció. ¿Qué niñ@ no quiere seguir jugando cuando los adultos no supervisan y están de la mano de Dios?
No teníamos juguetes, luego la imaginación hizo su presencia. Jugariamos a imitar a los adultos de la tele. Anuncios y más anuncios. Cantábamos la música de esos anuncios, bailabamos y parecíamos loritos repitiendo todo lo que nos acontecia gracioso.
De repente...una película. Dos adultos empiezan a quitarse la ropa, nosotros empezamos a desvestirnos. Los adultos desnudos empiezan a darse besitos. Yo y mi primo seguíamos imitando esos besitos. "S" miraba y se reía.
Los adultos empiezan a jugar a "médicos" . Uno sobre otro hacen movimientos raros y emiten "grititos". Los dos niños imitan a la "perfección" la escena de la tele, pero "S" se asusta y sale corriendo a buscar a su madre.
Mi madre y mi tía aparecen en la sala, encienden la luz, y se encuentran con un panorama que no les gusta en absoluto.
Mi tía pone el grito en el cielo y cogiendo a mi primo del brazo se lo lleva al pasillo, donde vistiendolo a la carrera, empieza a llamar despavorida a mi tío, para irse lo antes posible de casa.
Habíamos "aguado" la fiesta a los mayores.
Mi padre se personó en la sala y yo que estaba desnudita, sólo ver su cara, me asusté.
Mi madre le contó lo que estábamos "supuestamente" haciendo. No se le ocurrió otra cosa que quitarse el cinturón negro que llevaba, con una hebilla de hierro cuadrada, bastante grande.
Esa sería la primera paliza de mi vida, que por desgracia, recuerdo muy bien.
No hubo piedad! me fustigó con el cinturón hasta dejarme no sólo todo el cuerpo marcado en rojo, algunas zonas tenían la hebilla "cuadrada" bien enmarcada. Gritaba y gritaba!. A lo cual mi padre me replicaba:
"Cuanto más grites, más fuerte y más te voy a dar. No tienes que despertar a los vecinos. Callate!".
Y esa niña, con lágrimas en los ojos, se tragó su dolor.
Mi madre, en lugar de parar o intentar frenar la paliza, tuvo la brillante idea de sumarse; abofeteando a la niña, mientras la gritaba:
"Las niñas no se dejan tocar ahí (lo decía señalando la vulva). Las niñas no se tocan ahí. Eso es pecado!".
Sólo golpes, y bofetadas.
Del paraíso al infierno.
Es así como se enquista un trauma en la mente de un niñ@, eso es lo que yo le diría a Piaget.
Cuando pararon los golpes, la niña sólo temblaba. La pusieron el pijama y la metieron en la cama. Ella no podía dormir, boca arriba y con los ojos abiertos. Llorando desde el silencio.
Pasó un tiempo. Sus padres estaban en la habitación de al lado y entre risas y ruidos...la niña se levantó a mirar. No comprendió nada. ¿Ellos podían jugar a "médicos" , pero ella si jugaba recibiría una paliza?.
Fue con 20 años que encontré al que ha sido mi marido. Un ser buenísimo, que siendo el mejor amigo de la cuadrilla, me abrió su corazón. De amigo a "amigo con derecho a roce"; pero, muy despacio, con mucho cariño y ternura.
La verdad! hemos tenido una vida sexual plena y muy satisfactoria.
A pesar de haber sido una vida dura, desgastante, muy desgarradora.
Por diferentes motivos, la relación ha ido llegando a su fin. Duele, pero no hay que quedarse en los malos momentos, habiendo habido buenos.
Una de las tres razones de peso por la que me separo, es por haber sentido a mí edad, una explosión de hormonas, que nunca había sentido. Es increíble!! Pero es verdad!. Y aunque no he sido correspondida, el darme cuenta que siento algo por otra persona y que a mí sí me hubiera gustado corresponderla, sólo confirmaba que mi idea de divorcio debía seguir su curso.
El caso es que; al dejar las relaciones con mi pareja, una lo pasa fatal, y más si su vida sexual a sido buena y ahora carece de ella.
Más aún, si el problema es; que nunca se ha hecho "autoservicio", es decir, la niña que lleva dentro esa mujer...no le permitió nunca "masturbarse". Ni antes de tener relaciones con su marido, ni estando con éste, ni después cuando se presentó el problema de nuevo.
Era pensar en tocarse sus zonas...y el dolor encrustado en su mente la paralizaba, y la hacían llorar en lugar de sentir placer.
Sólo y tan sólo, el amor, puede ser el estímulo que te hace saltar todos los obstáculos, hasta los más enquistados y duros. Así, con el pensamiento en la persona que "me pone" es como he superado mis carencias.
Pero es habiéndome psicoanalizado como una descubre el foco de un trauma, como habiendo escuchado tantas y tantas veces a mi querido Eduart Punset y a su hija Elsa, que se sabe que verbalizando los problemas ayudas a desenquistarlos. Hay gente que lo expresa mediante el arte. Otros, utilizamos medios como la escritura para reflejarlo y autosuperarnos en la vida.
Espero ayude a mucha gente a ser valientes y a enfrentarse a eso que acallamos desde nuestras mentes infantiles. Dejenlo salir!, porque es inteligencia emocional y eso cura el alma y permite seguir viviendo en Paz y Feliz.
Marisol Andrade.
domingo, 24 de febrero de 2019
HISTORIAS DEL AYER EN EL HOY
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