Hay momentos para todo en la vida. Hay subidas y hay bajadas, la estabilidad es aprender a mantenerse en medio de esas subidas y bajadas.
Dicen, que el suicidio es una de las fases por las que una familia debe pasar; cuando han tenido traumas muy fuertes, como la pérdida de un hijo/a, por ejemplo.
Si quieren que les diga la verdad, no sé si todo el mundo pasa por esa fase, yo les puedo contar; que yo tuve esa fase cuando salí del hospital con mi hija.
Estaba enfrente del espejo del cuarto de baño, maquillandome. Como no! una madre siempre tiene que estar perfecta, antes de salir con sus hijos a la calle, es lo que ha impuesto la sociedad. Puedas o no puedas, pero siempre estar perfecta.
Me acuerdo que me faltaban las fuerzas y que fue el momento en el que me di cuenta; que no tenía ni idea, de como iba a sacar a una niña con la condición de paralítica cerebral adelante. Cómo iba a sacar a otro niño con tres añitos más que la niña adelante. Cómo iba a salir yo adelante, si no tenía ganas ni de maquillarme, ni de ponerme visible ante una sociedad que discrimina lo desconocido.
No era culpabilidad, lo que tenía en la cabeza simplemente era; una gran ignorancia y una gran conciencia de qué la cuesta sería hacia arriba y muy empinada.
Les puedo decir, que buscaba un método rápido y efectivo. La cabeza da vueltas y te muestra las alternativas; tirarse de un tercer piso no era una opción, (el año pasado, se tiró una chica de mi edad de un noveno y los tenderetes la frenaron, llegó espachurrada, pero, no muerta), tirarse de un noveno tampoco es hoy opción, rasgarme las venas no era de mi gusto,... con lo que más llegué a darle vueltas, fue con la medicación. ¿Qué tipo de medicación necesitaba para que fuera efectivo el dejar de sufrir?. No tenía al alcance de mis manos la cantidad de medicamento suficiente, aunque podía haberlos conseguido, pero es que a su vez, no tuve la capacidad suficiente para suicidarme.
La monstruito que hay en mí, me lo recuerda a veces; fuiste una cobarde.
Lo que pasa es que, la resiliencia que hay en mí, le contestó; qué más cobarde era dejar a dos niños sin atender, cuando una había decidido ser madre.
El problema es entender lo que implican esas siglas, madre/padre.
Dicen, que el suicidio es una de las fases por las que una familia debe pasar; cuando han tenido traumas muy fuertes, como la pérdida de un hijo/a, por ejemplo.
Si quieren que les diga la verdad, no sé si todo el mundo pasa por esa fase, yo les puedo contar; que yo tuve esa fase cuando salí del hospital con mi hija.
Estaba enfrente del espejo del cuarto de baño, maquillandome. Como no! una madre siempre tiene que estar perfecta, antes de salir con sus hijos a la calle, es lo que ha impuesto la sociedad. Puedas o no puedas, pero siempre estar perfecta.
Me acuerdo que me faltaban las fuerzas y que fue el momento en el que me di cuenta; que no tenía ni idea, de como iba a sacar a una niña con la condición de paralítica cerebral adelante. Cómo iba a sacar a otro niño con tres añitos más que la niña adelante. Cómo iba a salir yo adelante, si no tenía ganas ni de maquillarme, ni de ponerme visible ante una sociedad que discrimina lo desconocido.
No era culpabilidad, lo que tenía en la cabeza simplemente era; una gran ignorancia y una gran conciencia de qué la cuesta sería hacia arriba y muy empinada.
Les puedo decir, que buscaba un método rápido y efectivo. La cabeza da vueltas y te muestra las alternativas; tirarse de un tercer piso no era una opción, (el año pasado, se tiró una chica de mi edad de un noveno y los tenderetes la frenaron, llegó espachurrada, pero, no muerta), tirarse de un noveno tampoco es hoy opción, rasgarme las venas no era de mi gusto,... con lo que más llegué a darle vueltas, fue con la medicación. ¿Qué tipo de medicación necesitaba para que fuera efectivo el dejar de sufrir?. No tenía al alcance de mis manos la cantidad de medicamento suficiente, aunque podía haberlos conseguido, pero es que a su vez, no tuve la capacidad suficiente para suicidarme.
La monstruito que hay en mí, me lo recuerda a veces; fuiste una cobarde.
Lo que pasa es que, la resiliencia que hay en mí, le contestó; qué más cobarde era dejar a dos niños sin atender, cuando una había decidido ser madre.
El problema es entender lo que implican esas siglas, madre/padre.
La responsabilidad que hay tras ellas; en mi opinión más humilde y sincera, es algo que falta en esta sociedad por entender.
Antes de ser padres, debería de haber una escuela qué formará a los seres humanos, para saber lo que acarrea traer a una persona a este mundo.
Mi madre fue la que se dio cuenta de que algo me pasaba. Había llegado para dar el paseo con nosotras y me veía; desencajada y con los ojos llorosos. Sólo me dijo, que si yo no me veía capaz de cuidar aquella niña que tanto estaba luchando por su vida, le diera la oportunidad de hacerlo en una institución pertinente para ello. De esa manera yo podría dedicarme al otro niño, que ya había traído antes.
Pero no fue una reprimenda, fueron palabras que me hicieron reaccionar; esa niña luchaba por su vida, quién era yo para ser un obstáculo más en lo que ella ya había decidido, vivir.
Yo soy su mamá; para lo bueno y lo malo.
Yo soy la que le va a acompañar en su camino y eso no es cobardía, es lo que le digo a la monstruita que tengo dentro de mí y que aparece en días de bajones.
La muerte no debe de dar miedo. Debe ser algo trabajado en la mente, para visualizar las alternativas. Eso sí, cuando la calidad de vida de las personas ya no es dignificante, el derecho a dejar de vivir debiera de ser una opción. La eutanasia dignificaría lo que la inhumanidad no suple; el ayudarnos como humanos en el adiós.
El suicidio es la opción que toma la sombra de la persona, por no sentirse útil, valorada, amada,...por seres "humanos" de su entorno.
Este mundo tiene unas tasas muy altas de suicidio. Otros son muertos vivientes, que no es una condición mejor.
La vida es para vivirla "vivos", y a poder ser como humanos, es lo que gratifica y lo que te hace ser una gran persona.
Marisol Andrade.
Antes de ser padres, debería de haber una escuela qué formará a los seres humanos, para saber lo que acarrea traer a una persona a este mundo.
Mi madre fue la que se dio cuenta de que algo me pasaba. Había llegado para dar el paseo con nosotras y me veía; desencajada y con los ojos llorosos. Sólo me dijo, que si yo no me veía capaz de cuidar aquella niña que tanto estaba luchando por su vida, le diera la oportunidad de hacerlo en una institución pertinente para ello. De esa manera yo podría dedicarme al otro niño, que ya había traído antes.
Pero no fue una reprimenda, fueron palabras que me hicieron reaccionar; esa niña luchaba por su vida, quién era yo para ser un obstáculo más en lo que ella ya había decidido, vivir.
Yo soy su mamá; para lo bueno y lo malo.
Yo soy la que le va a acompañar en su camino y eso no es cobardía, es lo que le digo a la monstruita que tengo dentro de mí y que aparece en días de bajones.
La muerte no debe de dar miedo. Debe ser algo trabajado en la mente, para visualizar las alternativas. Eso sí, cuando la calidad de vida de las personas ya no es dignificante, el derecho a dejar de vivir debiera de ser una opción. La eutanasia dignificaría lo que la inhumanidad no suple; el ayudarnos como humanos en el adiós.
El suicidio es la opción que toma la sombra de la persona, por no sentirse útil, valorada, amada,...por seres "humanos" de su entorno.
Este mundo tiene unas tasas muy altas de suicidio. Otros son muertos vivientes, que no es una condición mejor.
La vida es para vivirla "vivos", y a poder ser como humanos, es lo que gratifica y lo que te hace ser una gran persona.
Marisol Andrade.
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