No te puedo olvidar, aunque hayas muerto. Fueron quizás los grandes momentos compartidos los que mantienen vivos los recuerdos.
Y es que un sueño vivido a fuego lento rompe todas las fronteras del reino de los sentimientos, y por eso siguen latiendo.
Experiencia sobrenatural al mismo tiempo; donde el amanecer y el atardecer se hacían dueños de nuestros escritos incompletos. Así ha pasado el tiempo hasta la noticia de tú fallecimiento.
Quizás fue un presentimiento quien me retrajo de nuevo a los buenos momentos,
para darte un adiós como es debido; compañero atento, maestro del renacimiento. Quien florecia en palabras de doble entendimiento.
Adiós sentido, adiós completo
adiós y que renazcas de nuevo
en un nuevo tiempo.
Marisol Andrade.
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