Ama, ¿Por qué mis preguntas son menos inteligentes que las de mis compañeros?. Cuándo pregunta Alazne, la profesora le hace caso, cuándo pregunto yo, no tiene tanta importancia.
Hijo, para contestarte, me tengo que remontar al pasado y contarte una pequeña historia.
Fue en mi colegio, estaba en octavo de la E.G.B. La segunda planta, a mano derecha, al fondo, todo recto, allí estaba mi clase. Las ventanas estaban mirando para los campos de futbol que eran dos. Según entrabas en la gela, los pupitres estaban de dos en dos, había tres filas de unas nueve hileras cada una.
Yo me sentaba al lado de la ventana; según entrabas por la puerta al fondo, enfrente la mesa del profesor en primera fila. Que contenta estaba; a mi lado, Eva, detrás, Almeida,Vicente, Esther. Al lado, a mi derecha, en primera fila; Márquez, Jesús, Luis, un montón de compañeros.
Teníamos un revuelto de profesores, euskaldunes y castellanos, porque el euskera no nos había tocado a los de nuestra generación; Arrate, la de historia ahora llamado gizarte, Mila la de euskera, Ana María la de francés, Koldo el de lenguaje o gazteleraz, etc.
Pero vino un profesor nuevo, a sustituir me parece, que era la plaza de matemáticas o naturales. Regordito, con grandes entradas, poco pelo, negro, como su bigote. De cuyo nombre o no me acuerdo o no quiero acordarme.Venía de León o Burgos, tampoco lo recuerdo.
De lo que sí me acuerdo; es que al estar al lado de niños que preguntaban, yo también me animaba a preguntar. Pero sabes hijo que pasó!, que mis preguntas no eran igual de inteligentes que las de mis compañeros. Eso era lo que me decía aquel profesor. Ya ves, la historia se repite.
Un día pedí ir al baño. Cuando volví había una sorpresa; sólo di dos pasos, nada más abrir la puerta, pero cuando mi mirada sé fijo en mi pupitre, estaba ocupado.
Yo agache la cabeza. Me puse a mirar de seguido donde había un sitio libre, estaba al lado de la puerta; la segunda fila, a la izquierda del todo, alejada del pupitre enfrente del profesor. Con mi material encima de la mesa, menos la mochila; que se había quedado en mi antiguo lugar y la recogeria al finalizar la clase.
Nadie dijo nada, algunas risitas en el fondo. El profesor sólo me dijo: ahí vas a estar mejor.
Sabes hijo nunca volví a levantar la mano hasta que estuve en primero de la Universidad; no fuera a ser que me cambiarán de sitio y me hicieran volver a pasar tanta vergüenza.
A veces, el profesor no está preparado para contestar ciertas preguntas, sólo sabe contestar las que tiene referencia con su materia. En lugar de admitir, qué necesitas ser escuchado de otra manera y ayudarte a buscar la respuesta a tu pregunta; se quita el paquete de la mejor manera que puede, sabes hijo mío, eso es un principio de bullying. Aunque sea muy leve.
Cuándo no te den respuesta a tu pregunta preguntas en casa, hijo mío, ya buscaremos la respuesta.
Unas de las problemáticas que se está dando hoy en día es; el Bullying, tanto entre niños o adolescentes, como aquel que viene de la parte docente. Sólo que este último, es más difícil de detectar y denunciarlo de alguna manera.
Es verdad, que la figura del profesor es una figura clave en la sociedad y deberíamos de darle su importancia. No en vano, los siete primeros años de vida, son esenciales en nuestra formación como personas.
Aunque la educación comienza en casa, no debe haber un abuso de poder en una aula, no se debe nunca de humillar a un alumno y mucho menos, no debe de haber un quién manda aquí, ni por parte del alumno ni por parte del educador, ese es un gran reto, hoy día.
El profesor no debe de estar asustado ante lo que tiene enfrente (pero ponte enfrente de un adolescente que lo mismo te levanta el brazo, como te saca un arma en el aula). El debe instruir, pero, sin miedo. Sino se transmite ese miedo, lo huelen y ya sabemos que siempre los chavales van a tantear dónde están los límites. Luego los padres y tutores tenemos que hacerles entender que hay que respetar esa figura.
Falta psicología en las aulas, y siempre la misma excusa; es que no hay dinero. Falta trabajó en grupos pequeños, falta conjuntar aspectos, falta educar en Ser.
La agresión mediante la palabra, la humillación delante de los compañeros, una burla, un desprecio y un trato de desigualdad, pueden concatenar el bullying. Yo digo que puede empezar de manera muy leve, pero marca mucho en la vida de las personas. Supongo que dependiendo de la sensibilidad del ser humano en sí.
Una educación liberadora es aquella que instruye la mente y la formación del éthos a través de la voluntad. Deben ir juntas; educar e instruir, instruir y educar, pero con Amor.
Marisol Andrade.
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